Carretera de nuevo. Esta vez, por fortuna, te ha tocado una ventana. Se reproduce el plano secuencia de lo natural mientras te alejas de tu yo moldeado en lo moderno.
La red neuronal se ha enredado en los problemas que hay en casa y los viene arrastrando, detrás del autobús; a veces toman aceleración y alcanzan la nuca, los oídos, incluso bloquean la vista.
La parte más suelta y libre de nuestro ser es, irónicamente, la que entorpece más al huir de los problemas más importantes y sufribles.
Quitamos la mano del fuego inmediatamente, pero nuestra neura le abraza hasta consumirse.
"Duró menos de lo que esperaba..."
...
En un parpadeo estás devuelta en cama, recuerdas los pendientes, las obligaciones que devoran el tiempo, y los sueños que lo piden ya por piedad y a gotas.
La persona que te acompañaba ya no está, recuerdas también la forma absurda en la que le perdiste, una despedida sin adiós, de esas que te consumen lentamente, esperando que solo sean unos días malos, una mala temporada.
Los amantes y la presión moderna. La falta de compromiso, el afecto antibiótico, el alivio de la ausencia según convenga, la pesada verdad y el vacío de la libertad.
La incapacidad de tener conversaciones incómodas, la integridad volátil, el encapsulamiento personal para la eficiencia productiva, y el aislamiento emocional resultado de ello.
Personas cítricas. Exprimidas por el laburo, de cáscara gruesa e interior blando, de apariencia color cálido y sin embargo, frías y agrias. Forzadas poco a poco, a filo de cuchillo, a separarse de cualquier semilla que pudiera dar lugar a un fruto distinto e independiente, no puedes hacer un jugo homogéneo con los demás teniendo esos invasores en tu interior, no importa si de ahí viene tu verdadera esencia.
La única forma de no salir herido en este mundo indiferente (salvo para ofenderse y presionar) es encapsularte tú también, evitar ceder más de lo recibido.
Y te das cuenta de que, acabas de hacer un ciclo de pensamiento reflexivo tan profundo como inútil, si la solución es el problema mismo, caray. Nuestro sistema es perfecto, nos da las soluciones a los problemas que crea.
Pero ¿Cuántas personas no han pensado esto ya?
Todas inútilmente inconformes, todas en bucle concluyen que la solución a tu inconformidad es simplemente conformarte. Llegas al absurdo y te preguntas cómo fue que llegamos a este punto, en qué clase de circuito nos metimos...
Es tarde y el transporte casi llega al destino. Ni en carretera, ni en tus aposentos, estás en tu destino hacia tu rol, divagando sobre un cambio que no depende en absoluto de tu propio vagar mental, puesto que ya fue fijado y cerrado.
...
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